El archivo de Gonzalo Díaz, un acercamiento a su obra
Macarena Murúa Rawlins
Historiadora del Arte y Museóloga
El presente proyecto ha permitido sistematizar más de 230 obras creadas por el artista Gonzalo Díaz entre los años 1978 y 2023, estableciendo el centro de atención en lo que llamamos “la biografía de la obra”, espacio de unión entre la biografía del artista y la historia de la obra y sus relaciones. Aquí confluyen aspectos tanto privados como públicos, que enriquecen el acercamiento a la obra por parte de investigadores y público general, permitiendo que la experiencia creadora pueda ser transmitida, principalmente en primera persona.
El escuchar las entrevistas realizadas al artista entre noviembre de 2023 y noviembre de 2024, nos permite comenzar a comprender las operaciones que Gonzalo Díaz ha establecido como ejes centrales en su trabajo, donde el poder discursivo de la obra, que el mismo Díaz ha estructurado bajo el enunciado “acción política del Estado sobre la sociedad” opera transversalmente en toda su obra, identificando y diferenciando aquellas obras que poseen un referente externo, –hechos políticos sociales– y las que poseen un referente interno, el cual proviene de de una reflexión sobre el estatuto de la representación o el lenguaje artístico.
Al profundizar en cada obra, sorprende la integralidad con la cual Díaz aborda su trabajo. Desde la perspectiva del espectador, la experiencia de la obra va más allá de la observación. Sus obras se habitan, se aprecian sensorialmente e incluso se padecen (pensado en Rúbrica, 2003). Ningún movimiento, reflejo o sonido es fortuito. El nivel de rigurosidad con el que trabaja para alcanzar un estadio de unicidad en su obra, determinan la planificación y la investigación para encontrar la mejor solución técnica que permita hacer posible ideas, muchas veces irrisorias. Su agudeza para definir las operaciones que darán forma a sus obras, genera un espacio colaborativo en el que hace participar a una diversidad de especialidades y oficios para alcanzar el impacto buscado, tanto en el espacio como en las personas.
La palabra en acción
La obra de Gonzalo Díaz presenta un sistema productivo donde los referentes, tanto internos como externos, los lenguajes artísticos y los tópicos procedimentales darán forma a su trabajo, estableciendo relaciones y cruces que permiten entender cómo el artista opera y se relaciona con temas y hechos que no abandona. En este contexto, los textos presentes en las obras serán de una relevancia primordial y permitirán establecer vínculos con determinados momentos de la historia y de su historia. Desde la filosofía, la lingüística, el psicoanálisis o el derecho, la obra de Díaz mantiene su relación con la carga simbólica del texto hasta la actualidad.
El poder narrativo de su obra se establece no sólo por los referentes que aborda sino por los textos que trae a escena, alcanzando maneras complejas e insospechadas. Cada texto guarda una historia y una relación del artista con las claves discursivas que posibilitan la creación de una obra.
El psicoanálisis aparecerá en la obra Lonquén[1], mediante el texto escrito por Díaz
EN ESTA CASA,
EL 12 DE ENERO DE 1989
LE FUE REVELADO A GONZALO DÍAZ
EL SECRETO DE LOS SUEÑOS
revelando sutilmente su encuentro con Freud, hecho que desencadena un proceso creativo que estaba gestándose, consciente e inconscientemente, desde el viaje que Díaz realiza a Florencia, Italia, gracias a la obtención del Gran Premio de la Colocadora nacional de Valores y a la beca que le otorga el gobierno italiano para su residencia en ese país. En este viaje, Gonzalo recuerda que llevó consigo sólo dos cosas, la imagen de la Klenzo, protagonista del envase de detergente doméstico y los recortes del caso Lonquén publicado en la revista Hoy.
Casi 10 años después, la obra Lonquén se llevó a cabo, exhibiéndose en la galería Ojo de Buey. En ella se desplegaron los catorce marcos que llevan en su interior esta frase impresa por detrás del vidrio en tinta negra, la cual se recorta sobre un papel lija del mismo color[2]. De la moldura sale una pequeña repisa con un vaso de vidrio con agua a medio llenar. Sobre el vidrio de estos cuadros se reflejan los rostros de quienes se enfrenten a la obra y el rostro del mismo Díaz, quien recitará los nombres de las víctimas de la brutal masacre de los hornos de Lonquén en una performance que dará cierre a la exposición[3].
En la obra Al calor del pensamiento (1999), una frase de Polén de Novalis[4], será la encargada de interactuar con el espacio y los visitantes.
Wir suchen überall das Unbedingte und finden immer nur Dinge
Calor y luz son emitidos por una obra, procedimiento que también utilizará en Resistencia (1999), que en palabras de Díaz, es la única obra “que hace lo que dice y dice lo que hace” (Díaz, entrevista 22 de noviembre de 2023).
El texto en alemán seleccionado por el artista será escrito por un circuito de resistencias eléctricas contenidas en el bajo relieve de una placa cerámica, las cuales, gracias a un dispositivo electrónico y a un termostato, las letras alcanzarán la incandescencia para luego enfriarse y volver a calentarse. Para Gonzalo esta es una obra que respira, que tiene un movimiento propio. Presentada por primera vez en Muro Sur en el Barrio Brasil, será la obra que lleve a Gonzalo Díaz a participar en la 12 documenta de Kassel en Alemania, uno de los eventos artísticos más relevantes a nivel mundial.
Y pensando en esta respiración que es capaz de generar una obra, Díaz va un paso más allá con Tratado del entendimiento humano (tortugas), al buscar una tipografía viva. Aquí no solo se conectan ambas obras a través del texto de Novalis, sino que vuelve a suceder que la palabra posee su propia existencia. En este caso es la misma naturaleza la que actúa, permitiendo que la fotosíntesis mantenga el verde del pasto que cubre cada una de las letras de la frase y lo haga crecer. Ya no será un motor o un termostato el que permite que las letras se activen en una secuencialidad de movimiento, acá operará el sol, una lámpara de sodio, el transcurso del tiempo, la tierra, el agua y la mano de un jardinero que diariamente debía realizar una mantención de la obra. Las tortugas que sostienen cada letra sobre sus caparazones, con una actitud determinada a salir del museo por la puerta principal, contribuirán a dar una mayor sensación de movimiento a la obra.
El movimiento será lo que singularice a la obra Ngen-Füta-Winkul, presentada en Busan, Corea del Sur, el año 2012, en la que se despliegan una secuencia de nueve contenedores de acrílico transparente llenos de agua, sobre la que flotan piedras volcánicas que soportan las letras que forman nueve nombres de volcanes del sur de Chile escritos en mapudungun.
L O Ng K Ü Y M A Y
R Ü Ng I N A W E L
Ch O Th W E N K O
H U A L I K E
P U Y E W E
P U K U R A
Ll A I M A
W E K E N
L A N N
Serán los motores y las bombas de agua los encargados de generar el movimiento del agua para que las piedras estén en constante oscilación.
Y quizás la más compleja, la más obsesiva y la más desafiante de sus obras es El día 13 de marzo, presentada en la exposición DATA en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago el año 2009. Durante 8 años, entre 1996 y 2003, a las 10:00 de la mañana, Gonzalo Díaz se reunió con Sara Moller, protagonista de la escena retratada y Jorge Brantmayer, fotógrafo responsable de las tomas, para realizar parte de la obra en la puerta de su taller en la calle Santa Filomena, en el barrio Bellavista.
Parafraseando el texto de Venus en el pudridero[5], de Eduardo Anguita, Gonzalo Díaz juega con las fechas de las tomas realizadas el día 13 de marzo[6], las que se leen en una pizarra que Sara sostiene entre sus manos
13 DE MARZO, 2000. El 13 de Marzo de 1996 pensé: «El día 13 de Marzo de 1998 recordaré este día. Ahora, el 13 de Marzo de 2000, recuerdo que, el 13 de Marzo de 1998 recordé que el 13 de Marzo de 1996 me propuse el 13 de Marzo de 1998 recordar el 13 de Marzo de 1996.
La obra está compuesta por dos secuencias fotográficas, dos polípticos de 4 y 5 paneles cada uno, donde el de mayor tamaño y número de paneles contiene a su vez las imágenes del políptico de 4 paneles. En esta obra es el tiempo el que se apodera de las escenas, quedando plasmado en el texto sostenido por la niña y evidenciado por el cambio de fisonomía de la protagonista (de niña a joven) y el estilo de su vestimenta. Un tiempo que no logró doblegar al artista, ni a su equipo, quienes nunca fallaron a la cita. Gonzalo recuerda:
Era una manera de pasar de un siglo a otro haciendo algo, empeñado en algo. Yo soy un poquito milenarista, no sólo había que pasar de un siglo a otro sino que de un milenio a otro.
Gonzalo Díaz, entrevista 9 de mayo de 2024.
El espacio doblegado
El espacio será otro de los factores determinantes en la obra de Gonzalo Díaz. Su visión crítica respecto a la relación que establece una obra con el lugar que ocupa, lo llevó a identificar varias operaciones fallidas en las que el espacio jugaba en contra de la lectura de la obra de otros artistas. Díaz menciona la exposición de Balmes en Matucana 100[7] en Santiago y una exposición en el Castillo del Morro en La Habana en el contexto de la IV Bienal.
Ambos espacios serán intervenidos por Díaz con dos obras en las que la luz es determinante respecto a la apropiación del espacio y de su escala. El Padre de la Patria, de 1994, presentada en la V Bienal de La Habana en el Castillo del Morro, construcción militar donde debió ocupar una nave de grandes proporciones, paredes abovedadas y una estructura de madera al centro, utilizada para tender las hamacas de los soldados. Frente a la pregnancia del espacio y su monumentalidad, Díaz utilizó la luz para estructurar las catorce estaciones del vía crucis desplegadas a ambos lados de la nave, mediante un haz emitido desde un trípode, el cual impactaba diagonalmente el muro, produciendo una superficie cónica de luz que se proyectaba “generando pequeños muritos”.
Cada estación del vía crucis estaba puesta a más de 5 metros. Y esta idea de poner el foco de luz produce una secuenciación que hace que el espacio quede acotado y que la obra quede a escala del espacio. Ese fue uno de los hallazgos de esta obra.
Gonzalo Díaz, entrevista 21 de diciembre de 2023.
Matucana 100, en tanto, fue el espacio que acogió la obra / exposición Rúbrica el año 2003, en la cual Gonzalo logra la unicidad siempre buscada en sus intervenciones, realizando “la emisión de un único enunciado en el espacio, una única obra que sea capaz de asumir un espacio descomunal” (Díaz, 2023).
La forma de resolver la propuesta fue que la luz roja penetrara por cada intersticio del edificio. Todas las ventanas fueron filtradas de rojo, todos los focos eran rojos, de una intensidad tal que hasta hubo que mejorar el tablero eléctrico de Matucana para soportar el amperaje requerido. Dentro del equipo estuvo Pascal Chautard, destacado iluminador que ha acompañado a Gonzalo en otras obras como El Festín de Baltasar, Bernardo Oyarzún, artista visual, fue el responsable de generar un doble acceso a la sala, que permitiera filtrar la luz que ingresaba al recinto y aclimatar mínimamente a las personas antes de entrar a la muestra y por último, Luminosos Parragué, quienes han estado presentes en todas las obras que utilizan este recurso, apoyando y solucionando complejidades técnicas, incluso después de cerrar la fábrica, con ex trabajadores de ahí.
La intensidad de esta obra no estuvo solo dada por la luz roja que teñía todo el espacio, y que por lo demás generaba una sensación muy desagradable al permanecer un tiempo en ella, también estaba dada por una canción interpretada por María Martha Serra Lima que no paraba de sonar y por el hecho de otorgarle a esta obra el carácter de memorial,
Esa descomunalidad del espacio tenía que ver con este asunto que ha pasado inadvertido respecto a Rúbrica, que estuvo eternamente abierta, pero solo 10 días.
Gonzalo Díaz, entrevista 21 de diciembre de 2023.
Y así fue. La exposición nunca cerró sus puertas, permaneciendo las 24 horas del día abierta, lo que generó que muchas personas sin casa incluso durmieran al interior de la sala encontrando cobijo.
La arquitectura de la sala contribuyó en el diseño de la obra[8], al ofrecer 14 espacios entre las cerchas del techo, los que estructuraron la disposición de las frases en neón que se desplegaron a lo largo del segundo piso, una suerte de balcón abuhardillado que permitía observar las palabras desde abajo. Díaz reconoce esta obra con una condición mayor de Site-specific incluso respecto a Unidos en la Gloria y en la Muerte, donde intervino la fachada del museo con el nombre de la obra en neón sobre la puerta de acceso, justo por encima del nombre del museo y la sala Matta, con una andamiaje que recubrió todo el perímetro de la sala. Quizás por la limpieza del espacio, los desafíos de esta obra estuvieron puestos en otros asuntos, como los cálculos matemáticos, el stock de andamios disponible en el mercado, entre otros. A diferencia de esta exposición, la condición arquitectónica de Matucana 100 determinó la experiencia final de vivenciar la obra en un espacio de 12 metros de altura, marcado rítmicamente por las cerchas y las inyecciones de luz roja producidas por las ventanas y la puerta.
El neón es eficiencia
Parafraseando la obra El neón es Miseria (2018) presentada de manera simultánea en las galerías Metropolitana en la comuna de Pedro Aguirre Cerda y D21 en Providencia, podemos dimensionar el rol protagónico que tiene el uso de neón en la obra de Gonzalo Díaz.
En una primera instancia, el neón fue utilizado en aplicaciones desde la objetualidad del elemento como pequeños destellos sobre pinturas o grabados, tal como se puede observar en obras como en Historia Sentimental de la Pintura Chilena (1982)[9] y Tautologías (1983). Aparece con fuerza, y ya como soporte de texto, en la obra ¿Qué Hacer? – Chtó Dielat? de 1984, la que Díaz clasifica como environment, donde se observa un primer conjunto de alzaprimas de madera que soporta un texto en neón sobre su base, el cual dialoga con otros núcleos objetuales desplegados en el espacio de galería Sur, en el actual subterráneo del centro comercial Drugstore.
Los neones, prolijamente trabajados por la fábrica Parragué, le permitirán a Díaz realizar monumentales intervenciones en las fachadas de edificios públicos como la Casa Central de la Universidad de Chile (Obra de Arte, 2000) o el Ministerio de las Culturas en la Plaza Sotomayor en Valparaíso (Obra de Arte, 2009), propuestas que también llevará al extranjero con trabajos comisionados por el Museo José Manuel Blanes en Uruguay (El Jardín del Artista, 1993), el Museo Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México (Las Figuras del Poder, 2011) y en el Today Art Museum de Beijing (Teorema, 2016), entre otros. El efecto lumínico logrará doblegar la escala de los edificios y llamar la atención de los transeúntes.
Respecto al desafío de formalizar una palabra o un texto, Gonzalo Díaz ha experimentado diversas materialidades. Un buen ejemplo se pudo observar en la exposición Notizen, presentada en galería D21 a fines de 2019 y principios de 2020, donde desplegó otros materiales, como el bronce en El Mito de la Caverna (2019), el vinilo adhesivo en Asamblea Constituyente (2019) e incluso la escritura directa al muro en la obra El Soberano (2019). Pero sin duda será la utilización del neón lo que posibilitará la creación de obras tanto en interiores como a la intemperie, permitiéndole capturar grandes espacios por medio de la luminiscencia de palabras y frases.
Se puede hacer con letras de bronce. Está el dicho “frase pal bronce”. Pero el neón es lo más eficiente, es una tecnología muy precaria, muy artesanal, muy antigua, decimonónica, es muy eficiente. El referente es Kosuth y Mario Merz.
Gonzalo Díaz entrevista 22 de noviembre de 2024
La obra como núcleo de relaciones
La sistematización de información referida a la creación de obra y su exhibición ha permitido identificar y cuantificar el alcance que el trabajo de Gonzalo Díaz ha tenido tanto en nuestro país como en el extranjero. Evidenciar la cantidad de obras comisionadas por instituciones destacadas internacionalmente, el nivel de publicaciones generadas en torno a su obra, las becas internacionales obtenidas, los años de carrera académica, demuestran con creces que estamos frente a uno de los artistas más importantes del siglo XX y XXI de Chile, quien ha desarrollado su carrera en el país, receptivo y crítico de nuestra realidad, abordando las problemáticas locales y globales de manera magistral. Siendo Gonzalo Díaz un premio nacional de arte, nuestro país merece tener la posibilidad de acercarse a su obra tempranamente, mediante un archivo que además permite contextualizar a otros agentes relevantes de la escena artística, conocer circuitos y redes de cooperación que nos permiten entender de mejor manera cómo se ha desarrollado el arte en Chile en los últimos cincuenta años.
En este contexto, y desde la perspectiva de la historia del arte nacional hemos podido ir accediendo a distintas capas de información con mayor profundidad. Por un lado, las relaciones y circuitos artísticos en los que Gonzalo participó, durante los 80 y los 90 y cómo éstos se relacionaban con la escena internacional: importantes bienales, el Moma de Nueva York, el museo Reina Sofía en España, Asia y Europa. Por otra parte, entender sus reflexiones más personales respecto a la historia del arte y la política y cómo estos dos ejes han cruzado la totalidad de sus creaciones desde la década de los 70 en adelante. Al indagar en los procesos creativos aparecen los nombres de muchos colaboradores y agentes relevantes para su obra y en su vida, Nury González, Jorge Brantmayer, Manuel Antonio Aguirre, Tuco Bascuñán, Bernardo Oyarzún, Pablo Ferrer, Parragué, Miguel Sanhueza, Pascal Chautard, entre muchos otros. También son muchos los espacios que han exhibido la obra de Gonzalo, como galería Sur, Muro Sur, Posada del Corregidor, Balmaceda 1215, galería Metropolitana y D21, entre otros, los cuales tienen una historia de relaciones que contar.
Al profundizar en el trabajo del archivo son más y más las capas de información que aparecen y más las aristas que se abren, permitiendo que surjan preguntas y reflexiones que comiencen a movilizar nuevas investigaciones y las próximas etapas de este acervo digital que confirma la importancia de sistematizar las memorias de quienes son los protagonistas de la historia del arte de nuestro país.
Notas:
[1] La creación de esta obra es gatillada por las obras completas de Freud que Nury González le regala a Gonzalo Díaz a su regreso a Chile desde Italia.
[2] El papel lija será utilizado por Díaz años después en la impresión de un pequeño librito sobre Lonquén, en el marco de la exposición… en el Museo de la Memoria?
[3] La performance, titulada Diré tu nombre, que cuenta con un registro en video, fue realizada por Díaz al término del período expositivo de Lonquén 10 años. En ella, el artista mencionaba en voz alta el nombre de la víctima, el cual anotaba en una especie de bitácora de la acción junto con la hora, tiraba al suelo el vaso con agua que se apoyaba en la pequeña repisa que salía de la base de los 14 marcos y sacaba una fotografía al suelo con una polaroid retratando el agua derramada y los restos de vidrio.
[4] Poeta del romanticismo alemán. Su nombre es Georg Philipp Friedrich von Hardenberg, pero es mundialmente conocido por su seudónimo Novalis. Su poema Polen, fue publicado en 1798.
[5] Poema publicado en 1967.
[6] Día del nacimiento de Gonzalo Díaz, en 1947.
[7] Díaz se refiere a la exposición Taller por taller el lugar de la historia de Gracia Barrios y José Balmes, presentada entre el 6 de septiembre y el 27 de octubre de 2002 en Matucana 100. En la entrevista realizada el 22 de noviembre de 2024, el artista observa “era terrible ver cómo naufragaban los cuadros en el espacio. Balmes ponía los cuadros porque creía que tenían autonomía total, cuestión que no es así”.
[8] Una situación similar se dio en la exposición InSite97 en San Diego. Aquí Gonzalo Díaz expuso en el subterráneo del Children’s Museum, espacio donde encontró una sucesión de columnas que le permitieron estructurar las 14 estaciones de un vía crucis que dan forma a la obra La Tierra Prometida de 1997.
[9] Historia Sentimental de la Pintura Chilena es la obra que Gonzalo Díaz realiza a su regreso a Chile, luego de su beca en Italia. Durante este viaje estuvo acompañado de la imagen de la Klenzo, ícono femenino del detergente doméstico típico de la década de los 80 en Chile. En esta nueva obra utiliza procedimientos que Díaz denomina como “fragmentarios como son la creación de láminas, que tienen una cierta serialidad y una cierta mecanicidad, aunque es muy pictórica todavía, muy manual”. (Díaz, 22-11-2024). Aparecen las plantillas y el spray, los objetos y el neón.